Salí corriendo de la habitación despavorida, confundida y un poco ruborizada, con el corazón latente y el espíritu abrumado; huyendo de la incertidumbre y la presión, con una sonrisa chueca para disimular, me tope con aquel sillón de la esquina, negro por el paso de los años y el disfrute del mismo, negro de soledad.
Estaba obscuro, a penas se reflejaba la luz
del comedor. El silencio se apoderaba del lugar, la tranquilidad aparecía pero
la sobredosis incitaba el agobio.
Sin pensarlo apareció como sombra en las
tinieblas, me encontró ahí entre mis líos mentales y con la queja en el cuerpo;
sentía los pasos debajo de mi, su respiración en mi cuello, y su calor, poco a
poco se esparcía como epidural, inmovilizando mis ganas del suburbio y del
disturbio.
En un parpadeo me vi desparramada sobre el
confort de sus brazos, dictadura de la comodidad y la tranquilidad, especulando
de mi querer estar entre la almohada y la pared, a escondidas, sola, osbcura;
reflejo indiscutible de mi ser asocial.
Fue cuestión de segundos, la forma y color
de esa desesperada tranquilidad apareció entre ladridos y gemidos, entre
susurros, miradas, picardía y deseos de estar permanentemente ahí, físico,
emocional; incierto para los demás, para mí, fantasía vuelta realidad con el
deseo de hacerla permanente y convertirme en una utopía despertadora de las
ganas de soñar y luchar.
Después de tres puntos suspensivos me vi
entre los libros y la pared, con unas ganas imprecisas de leer esa historia,
ese cuento, esa fotografía impalpable vigente en otra dimensión no lejana a mis
ojos táctiles… Vapor adueñándose y lágrimas de calor incitando a explorar cada
línea, cada curva, cada recta y textura cambiante, rastro de esa lectura
silenciosa.
Rojo, latente, hinchado, pidiendo a gritos
un poco más, así terminaron los belfos adueñándose de la coqueta, dándole la
espalda al espejo, al reflejo evidente del deseo, el querer y las ganas de
querer. Un rasguño retrasando lejanía, una sonrisa entre mordidas advirtiendo
provocación, un abrazo y un empujón subrayando el exilio…
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