10 diciembre, 2014


Eso de Ellos

La vida nos presente formas, situaciones y oportunidades que nosotros debemos pensar si aceptamos o dejamos pasar, y pues, así fue aquel sábado, decidí darle la oportunidad a esa historia que se pintaba desafiante e interesante…

 “… Jugueteamos entre sabanas y al momento de partir una broma me acercó a él, broma cruel que conllevo al más exquisito beso, un suspiro, un - Te Amo - y un - Adiós -”

Sin duda alguna todo ese tiempo creí que era perfección.

Todo comenzó con un beso, obscuro y escondido, beso que lentamente fue forjando una historia, y como buena historia, me atrapó desde el primer momento. Fue un libro que tenía en el altar de las reliquias, y como todo ente de mucho valor, empecé a implementar estrategias de protección: lo aseguré, lo metí en la caja más fuerte, mi corazón. Desde ahí, lo tuve siempre conmigo y quien me conoció o estuvo junto a mí, conoció ese libro, esa historia que poco a poco se iba leyendo pero al mismo tiempo escribiendo, en blanco y negro, con una que otra página de color.

Se necesitaron 2.119 días para escribir esa saga de cuatro tomos los cuales de a poco se volvían más y más interesantes, atrapantes, comprometedores… Ante los ojos de mucho era perfecto pero sólo yo sabía todos los tachones que había hecho para que esa historia pudiese continuar con concordancia, sólo yo conocía la cantidad de hojas que quedaron debajo de la mesa, sólo yo sabía que por más que intentara escribir un cuento perfecto,  siempre necesitaría el corrector.

Fue una mezcla de amor, drama, aventura, suspenso, acción y comedia, una combinación  extensa y rara pero con mucho, mucho sabor.

“Ella se escapó, se fue con él; decidió que ese día era para dedicar. En el intento de ver una película, una ola de caricias y travesuras se adueñaron del momento, del sueño, del querer, del estar entrelazados con los brazos…”

Era de envidiar, muchos querían una reliquia similar; y es que por lo general la gente admira sin conocer, rigiéndose sólo por lo superficial, y en el caso de esta historia, fueron largas las travesías y desventuras, obstáculos que le dieron cuerpo al cuento, esos que te ponen a pensar dos veces si quieres uno igual.

Éramos él y yo, nosotros, la costumbre viviente de mi imagen y la de él, juntos, la de nuestros nombres en todas las circunstancias, éramos el vivo ejemplo de -los dos o nada- y a las personas le agradaba, de cierta manera, o quizás sólo se adaptaron.

La situación fue la siguiente: dos historias se mezclaron demasiados, sin límite alguno, solo muchas reglas obsesivas que trancaban la máquina de escribir haciendo que quedaran muchas manchas, cabos sueltos y páginas importantes sin escribir.

“-Se que puede funcionar- se repitió él una y otra vez, ella por su parte estaba decidida a huir, cansada de esa aparente perfección. Un corazón que poco a poco se fue endureciendo, un alma a la que le dejo de importar. Una lagrima que se congelo para no salir jamás”

Cuando un cuento se termina, no queda más que releerlo una y otra vez, descubriendo cosas nuevas en cada letra, cada palabra, cada página; redescubriendo las situaciones y su razón de ser, la esencia del mismo, aclarando dudas y deleitándote la vida; pero es solo eso, un cuento, y como a todo comienzo, tarde o temprano le llega su final.

 Fue un gran cuento con un final abierto, de esos que dejan a los lectores con expectativas de más.



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